A partir del último tercio del siglo XIX, muchos jóvenes croatas emigraron desde las lejanas islas dálmatas a un Chile remoto y desconocido para ellos. La adoptaron como su segunda patria, sin olvidar sus raíces pero en la mayoría de los casos, sin retornar jamás a su tierra natal.
Los descendientes chilenos de los viejos croatas se arraigaron en nuestra sociedad, pero tal vez, sabían muy poco de Brac o de Split, de Omis o Hvar. Por su parte, los que quedaron junto al Adriático pasaron a ignorar las andanzas y los éxitos de gente que con su misma sangre, renovaban una misma cultura y un mismo espíritu, en el extremo sur de América.
Sabrás de ellos, cuando pises esta tierra, cuando disfrutes de sus paisajes, de sus pueblos antiguos y sus ciudades modernas, de su historia y sus monumentos, de su rica cocina y sus extraordinarias playas. Recorrerás las calles que pisaron tus abuelos, tus bisabuelos, tus tatarabuelos. Los imaginarás en cada torre de un castillo medieval, en cada casona de piedra, en cada arena de una playa, en cada parque; en cada museo y cada fiesta, en cada plato, descansando en las terrazas y disfrutando atardeceres.
Vuelve a tus orígenes.
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